“Los buenos profesores son caros, pero los
malos, lo son todavía más”. Bob Talbert
Me avergonzaba de ser su colega
porque lo consideraba un mal ejemplo de lo que significaba ser docente. Tomando
como testimonios los abundantes archivos que contienen escenas de su interacción
con los periodistas, de sus pensamientos y de sus reacciones según el contexto
del que se trate.
Me limitaré a mencionar las características que yo considero
inaceptables en un docente, y con mayor razón, de la asignatura Teoría del Delito de la Facultad de Derecho
de la U.B.A.
Lo que primero se percibe es su
postura, pretendidamente académica, que muestra el peor lado del prototipo
imaginario profesoral: la soberbia y la
arrogancia. Tal actitud devela su menosprecio por el saber del otro. En
realidad, sólo logra el efecto de
parodia de una actitud indebida, no sólo para un docente, sino también para el presidente de una República
democrática.
Este otro puede ser un periodista
(sobre todo si es mujer), un juez (sobre todo si es provinciano) o cualquier
ciudadano. Entonces los manda a leer algún libro, especialmente la
Constitución. Con ello, elude explicar y
argumentar, que es precisamente aquello que un docente debe practicar
permanentemente con sus alumnos.
Ese “huir” de la argumentación y de
la contra-argumentación significa quizás que no esté tan convencido de lo que
dice y a lo mejor sólo escapando de la verdad, a la defensiva,
agrediendo y humillando.
Así como los docentes deben saber comunicarse con sus alumnos, un presidente debe lograr la empatía con
los ciudadanos de su país, lo hayan votado o no. Es lo que Ud. no está haciendo.
Por otra parte, el
hecho de que recomiende desde tu atril
imaginario leer la Constitución y ciertas leyes, no asegura nada sobre cómo
se relaciona Ud. con ellas. Quizás las conoce de memoria, pero hasta el
momento no está demostrando que las cumple ni que las respeta.
Evidentemente, no
las internalizó, no forman parte de su ser auténtico, sencillamente porque no es
una persona integral: sus dichos nada tienen que ver con sus acciones. Se
contradice permanentemente a lo largo de los años, de las semanas, de los días
y hasta de horas o minutos. No es coherente consigo mismo. Pero un docente debe
serlo y un presidente también.
Cabe preguntarse entonces qué es lo que te hace tan
voluble y contradictorio. Porqué sus convicciones son muy débiles? No parece
tener verdades construidas ni desde lo científico ni desde el sentido común. Pareciera
Ud. carece del sentido de lo deóntico docente tanto como del jurídico.
Los hechos para Ud. no existen, simplemente
van a la deriva, apareciendo y desapareciendo. Según el momento del que se
trate, Ud. lo vé de un modo o del otro. ¿Así es en sus clases? ¿Cómo hacen tus
alumnos para entenderlo? Resulta difícil imaginarlo, viendo cómo actúa como
presidente: Desvalorizando
permanentemente su palabra.
La diferencia está
en que la gravedad de las consecuencias de lo que dice y hace ahora, como
primer mandatario, es inconmensurable en relación con su actividad de docente.
Esta
autocontradicción entre sus dichos y entre sus acciones sólo se hace explicable
si pensamos en que quizás su autonomía no existe. En realidad está todo el tiempo
descuidando su propia coherencia temiendo disgustar a una “dictante”.
Es como si para dar
clases dependieras de que alguien te “sople” momento a momento lo que debes
hacer y decir, aunque ese dictado contradiga lo dicho por Ud. un minuto antes.
¿Es posible imaginar una situación
docente tan esquizofrénica? ¿No sería terrible para la salud mental de los alumnos?
Precisamente, así está actuando como presidente en estos momentos. ¿Qué podemos
esperar para la salud mental de los ciudadanos?
Entonces se da una paradoja: Ud. recibió facultades delegadas por el
Poder Legislativo que aplica a través de los DNU.
Teóricamente, tendría
la suma del poder. Pero sucede que no la ejerce, porque al mismo tiempo somete
su facultad de decisión a una “dictante” nefasta con intereses propios que nada
tienen que ver con los del país.
Habría que preguntarse a cambio de qué lo hace.
Con todo
respeto, Ud. me parece un presidente falso. Y como tal, el modelo opuesto a lo
que debe ser un docente íntegro. Por eso me da vergüenza.
Extraído de Argentinos Despiertos: 26 de junio 2020
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