miércoles, julio 22, 2020

Un mal ejemplo de docente


“Los buenos profesores son caros, pero los malos, lo son todavía más”. Bob Talbert

 Carta abierta al profesor Alberto de una docente universitaria jubilada:

Me avergonzaba de ser su colega porque lo consideraba un mal ejemplo de lo que significaba ser docente. Tomando como testimonios los abundantes archivos que contienen escenas de su interacción con los periodistas, de sus pensamientos y de sus reacciones según el contexto del que se trate.

Me limitaré a mencionar las características que yo considero inaceptables en un docente, y con mayor razón, de la asignatura Teoría del Delito de la Facultad de Derecho de la U.B.A.

Lo que primero se percibe es su postura, pretendidamente académica, que muestra el peor lado del prototipo imaginario profesoral: la soberbia y la arrogancia. Tal actitud devela su menosprecio por el saber del otro. En realidad, sólo logra el efecto de parodia de una actitud indebida, no sólo para un docente, sino también para el presidente de una República democrática.

Este otro puede ser un periodista (sobre todo si es mujer), un juez (sobre todo si es provinciano) o cualquier ciudadano. Entonces los manda a leer algún libro, especialmente la Constitución. Con ello, elude explicar y argumentar, que es precisamente aquello que un docente debe practicar permanentemente con sus alumnos.

Ese “huir” de la argumentación y de la contra-argumentación significa quizás que no esté tan convencido de lo que dice y a lo mejor sólo escapando de la verdad, a la defensiva, agrediendo y humillando.  

Así como los docentes deben saber comunicarse con sus alumnos, un presidente debe lograr la empatía con los ciudadanos de su país, lo hayan votado o no. Es lo que Ud. no está haciendo.

Por otra parte, el hecho de que recomiende desde tu atril imaginario leer la Constitución y ciertas leyes, no asegura nada sobre cómo se relaciona Ud. con ellas.  Quizás las conoce de memoria, pero hasta el momento no está demostrando que las cumple ni que las respeta.

Evidentemente, no las internalizó, no forman parte de su ser auténtico, sencillamente porque no es una persona integral: sus dichos nada tienen que ver con sus acciones. Se contradice  permanentemente a lo largo de los años, de las semanas, de los días y hasta de horas o minutos. No es coherente consigo mismo. Pero un docente debe serlo y un presidente también.

Cabe preguntarse entonces qué es lo que te hace tan voluble y contradictorio. Porqué sus convicciones son muy débiles? No parece tener verdades construidas ni desde lo científico ni desde el sentido común. Pareciera Ud. carece del sentido de lo deóntico docente tanto como del jurídico. 

Los hechos para Ud. no existen, simplemente van a la deriva, apareciendo y desapareciendo. Según el momento del que se trate, Ud. lo vé de un modo o del otro. ¿Así es en sus clases? ¿Cómo hacen tus alumnos para entenderlo? Resulta difícil imaginarlo, viendo cómo actúa como presidente:  Desvalorizando permanentemente su palabra.

La diferencia está en que la gravedad de las consecuencias de lo que dice y hace ahora, como primer mandatario, es inconmensurable en relación con su actividad de docente.

Esta autocontradicción entre sus dichos y entre sus acciones sólo se hace explicable si pensamos en que quizás su autonomía no existe. En realidad está todo el tiempo descuidando su propia coherencia temiendo disgustar a una “dictante”.
Es como si para dar clases dependieras de que alguien te “sople” momento a momento lo que debes hacer y decir, aunque ese dictado contradiga lo dicho por Ud. un minuto antes.

¿Es posible imaginar una situación docente tan esquizofrénica? ¿No sería terrible para la salud mental de los alumnos? Precisamente, así está actuando como presidente en estos momentos. ¿Qué podemos esperar para la salud mental de los ciudadanos?

Entonces se da una paradoja: Ud. recibió facultades delegadas por el Poder Legislativo que aplica a través de los DNU. 

Teóricamente, tendría la suma del poder. Pero sucede que no la ejerce, porque al mismo tiempo somete su facultad de decisión a una “dictante” nefasta con intereses propios que nada tienen que ver con los del país.

Habría que preguntarse a cambio de qué lo hace.

Con todo respeto, Ud. me parece un presidente falso. Y como tal, el modelo opuesto a lo que debe ser un docente íntegro. Por eso me da vergüenza.

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