Sería necio esperar que el KIRCHNERISMO haya cambiado
La pandemia ha detenido el mundo, pero no ha podido hacer nada para refrenar la pulsión que ha signado la trayectoria de Cristina Kirchner. Para ella, el ejercicio del poder es inseparable de la pulsión por antagonizar, la tentación por el mesianismo, la hegemonía, y la disolución soterrada de las instituciones…
A lo largo de su historia, el kirchnerismo no ha tenido
ningún reparo en usar lo que tuviera a mano para alcanzar su objetivo, es
decir, saciar la sed de poder y dinero de sus líderes. En ese uso espurio, ha
bastardeado las mejores causas, entre ellas los derechos humanos, la
solidaridad bien entendida y la posibilidad de una izquierda republicana. El
fanatismo no conoce matices y lo ve todo desde una única perspectiva: su
vocación hegemónica.
Ya es innegable que detrás de las políticas aplicadas por el Presidente, está la voluntad de su mandante, “la emperatriz”.
Hoy ninguna corporación privada es más influyente y decisiva
que la temible corporación peronista, que extorsiona gobiernos propios y
ajenos, y que constituye la verdadera oligarquía del país, y volvió
a mostrar un presidente que se inclina ante los deseos de su vicepresidenta,
quien replegada en el Senado ejecuta sus decisiones a través de su
incondicional e ideologizada tropa. “La Cámpora”.
Desde el secretario de Derechos Humanos, Horacio
Pietragalla, hasta Raúl Zaffaroni, todos los que desde dentro o fuera del
Gobierno han impulsado el festival de liberaciones son jugadores de Cristina
Kirchner. Y esto incluye al segundo del Ministerio de Justicia, Juan Martín
Mena, y al presidente de la Comisión Provincial de la Memoria, Cipriano García,
que arengó la suelta llamando a los presos "compañeros prolibertad".
Y un entramado mafioso de barras y jueces de firma express también hizo su parte.
La secuencia había empezado con una excarcelación
indefendible: la de Amado Boudou, condenado por la
Justicia y sin riesgo especial de contagio por coronavirus. Y la movida
produjo hasta ahora más de 2200 liberaciones solo en la provincia de Buenos
Aires.
Por supuesto, se debe poner
a resguardo a los presos en riesgo, pero nada justifica convertir esta tarea en
una gesta que acaba liberando violadores, asesinos y narcotraficantes.
Y ... estas son las verdaderas novedades:
* Alberto Fernández está cómodo
El Presidente primero se
hizo el distraído y dejó hacer. Luego se vio forzado a hablar y apeló a un
clásico del kirchnerismo: usar buenas razones para encubrir las peores
acciones, y además, culpó a los medios.
Ante el malestar social por los hechos consumados, que se cristalizó en el fuerte cacerolazo del jueves, A. Fernández reaccionó. No con hechos, sino con su discurso, siempre maleable a lo que dictan su segunda en el Gobierno y las encuestas.
Finalmente, hay un dato muy interesante de estos días. La Cámpora, Máximo Kirchner, que es una especie de jefe político del conurbano en el oficialismo, porque ahí están los votos de él y de su madre, recurrió al Ejército para repartir comida. Es la crítica más contundente que ha recibido el clientelismo en los últimos 20 años. Cuando la situación se pone pesada y puede haber un problema serio de hambre por el nivel de recesión que estamos enfrentando todos, no se recurre al puntero, se recurre al Ejército. Y este va a los lugares donde gobierna La Cámpora.
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